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Una cooperación agrícola despreciada

Una cooperación agrícola despreciada

Las posibilidades de hacer efectivos los acuerdos con Holanda en apoyo al agro son realmente muy pocas para un gobierno que abre los ojos al ocaso de su mandato

El gobierno de Juan Carlos Varela fue hasta el Reino de los Países Bajos para pedirle al monarca Guillermo Alejandro asistencia en materia agrícola. Convertir a Panamá en un centro logístico agroalimentario para la región, no se logra con una visita protocolar. Tampoco con la sola publicación de un acuerdo sobre agronegocios, innovación agropecuaria, sistemas de riego  y agroexportación.

Como los sueños,  sueños son, según escribió Pedro Calderón de la Barca, esa iniciativa quedará  en otra quimera de Varela, porque durante su mandato el sector agrícola ha sido uno de los más abandonados.

En el ocaso de su gobierno, y el inicio de la campaña para las elecciones del 2019, es muy difícil que puedan concretarse acuerdos improvisados que demandan años para su implementación

Bajo el gobierno de Varela el agro no solo ha sufrido el impacto de fenómenos naturales como El Niño, plagas, además de malas políticas estatales, sino el daño de importaciones de rubros como arroz, cebolla, lechuga, papas, repollo y tomate. El escenario es un agro en crisis.

Como ejemplo, Chiriquí sembraba 20 años atrás 42,000 hectáreas de arroz. El año pasado solo se sembraron 15,000 hectáreas de ese grano. Eso impacta en la mano de obra y en toda la cadena productiva de la provincia.

Varela defraudó al agro por su incapacidad de liderar las grandes transformaciones que demandaba ese sector, ejemplo palpable de la mala representación de un estadista.

Solo cuatro semanas después de asumir el gobierno de Varela arribó a un puerto en el Atlántico un embarque con 3,000 toneladas de fertilizante con la ficha técnica NPK 12-24-12, el más demandado por los productores locales.

El embarque era una donación del Reino de Marruecos, a través de su Agencia de Cooperación Internacional, empacado en 60,000 bolsas de 100 libras  para respaldar  a los pequeños y medianos productores panameños y como una muestra de voluntad hacia el recién instalado gobierno panameñista. De inmediato se puso en conocimiento a través de comunicaciones directas y reuniones con los ministros de Desarrollo Agropecuario, de la Presidencia y de Relaciones Exteriores, por iniciativa de empresarios locales conscientes de la importancia y el valor de la donación marroquí.

Cinco semanas después del arribo del cargamento de fertilizante, diplomáticos marroquíes se reunieron con Varela en Madrid para ponerlo al tanto de la donación y asegurarle que el rey Mohamed VI había dado instrucciones para continuar la cooperación en materia agrícola con Panamá.

Pusieron a disposición la experiencia agrícola marroquí y sus avanzados sistemas de riego y de mejoramiento de semillas, la que ha sido compartida con más 60 países en África y América Latina. Además, plantearon el interés de que Panamá se convirtiera en receptor de futuros embarques de fertilizante en apoyo a los productores nacionales.

Sin embargo, el cargamento quedó varado en el Atlántico durante la gestión del entonces ministro Jorge Arango, y  hubo intentos por impedir su ingreso al país, mediante maniobras  de funcionarios del gobierno de Varela afines a los guerrilleros del Frente Polisario, que promueven la separación del Sahara Occidental del Reino de Marruecos. Inexplicablemente Varela le dio estatus diplomático en enero del 2016 a la representación de esos extremistas en Panamá, pese a que no reúnen las condiciones para ser reconocidos por la comunidad internacional.

Después de cinco meses en el puerto, el gobierno  pagó $988,000 por gastos de administración y almacenaje para que el embarque pudiera ingresar al país, dado que Marruecos había asumido el costo del producto y el flete de 150 contenedores por un valor de $4 millones. “El fertilizante fue vendido a un precio simbólico a los productores para bajar la presión de sus costos de producción”, dijo en su momento Arango.

Marruecos es uno de los mayores productores de fosfato en el mundo -materia prima de los  fertilizantes- extraído de sus minas en regiones fuera de sus provincias  del Sahara.  Posee, además,  el 75% de las reservas mundiales de esa materia prima. En el 2016 produjo cerca de 35 millones de toneladas y la meta es aumentar en 40% la producción en la próxima década.

Una buena razón para que Panamá vea hacia Marruecos y su vasta experiencia en materia agrícola y de cooperación Sur-Sur, es que ese sector ocupa una posición estratégica en su economía porque aporta el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) -en Panamá es solo el 1% del PIB- incluyendo un 5% de la agroindustria que procesa unos 200 diferentes productos vegetales.

Marruecos emplea, además, cinco millones de los 35 millones de su población en tareas agrícolas. Eso se ha logrado porque en el 2008  lanzó elPlan Marruecos Verde para duplicar en 15 años los aportes de la agricultura al PIB, mejorar exportaciones y crear nuevos puestos de trabajo.

Sin embargo, ante ese escenario de cooperación tangible, Varela pareciera rehén de facciones dentro de su gobierno. Eso  se refleja en una política exterior inconsistente que, por un lado, da la espalda a naciones como Marruecos que aportan al interés nacional. Y, por el otro, reconoce a grupos extremistas como el Polisario que no representa nada para el país, más bien lo involucran en un conflicto que atenta contra la tradicional neutralidad panameña.

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