El cura de La Villa se sacude la sotana

El sacerdote  de La Villa deja los hábitos en una singular eucaristía. ¿La razón será un misterio? La Villa de Los Santos se debate  entre días de amor y odio

El miércoles en la misa de la seis de la tarde, en la Iglesia de San Atanasio en La Villa de Los Santos, no se escuchaba ni el zumbido de una mosca, a parte de lo que decía Pablo Hernández, hasta ese momento el cura del pueblo.

“QUIERO SEGUIR A JESÚS DE OTRA MANERA. Ojalá me crean que  NADIE ES CULPABLE  ni una mujer o un hombre, ni una joven (como se ha llegado hasta decir por ahí), ni el clero, ni mi  obispo. NADIE ME SACA”, dijo Pablo quien con el pacífico tono de los curas dejaba de una sola pieza a su feligresía. 

En su discurso fue reiterativo, sin decir el porqué, intentó repetidamente descartar razones de la mente de “los villazoletanos”, pero la noticia llegó en el momento en que el pueblo aún no termina de reponerse del arresto de su Alcalde y otras 10 personas involucradas en lo que, para las autoridades era la operación de un cartel narco en La Villa. 

Pablo es un hombre de mediana edad, chitreano, que estudió el Seminario Mayor San José y posteriormente, en Colombia profundizó sus estudios en Teología. Dinámico, motivado y muy envuelto en el mundo tecnológico, fanático de transmisiones “Live” en Facebook”, que se había encargado de la iglesia de  La Villa apenas en junio de 2016 ¿Qué razón podía llevarlo a dejar lo que habría sido su vocación?

Pablo no lo ha negado ni admitido directamente, pero en La Villa tienen ya una explicación; se llama “Mariluz”. Una linda mujer en sus 30 bien llevados que es además maestra de catecismo en San Atanasio. “El amor es una magia”, dijo una fuente que no quiso revelar su identidad,  al comentar la renuncia de Pablo. 

La Biblia coincide, “el amor todo lo sufre, todo lo cree, y todo lo soporta, el amor nunca deja de ser”, dijo el apóstol Pablo a los Corintios en su primera carta.

Pablo, el de Chitré en el Siglo XXI, parece seducido por la fuerza del amor. En su cuenta de Facebook un comentario a su última publicación lo resume: “Te felicito Pablo por tu valentía. Soy hija de un hombre que tomó la misma decisión valiente que TÚ y quien trabajó hasta el último día de su vida para servirle a Dios y a su Iglesia. Cuenta con mis oraciones, mi amistad y mi respeto de siempre”.

Otro cura de pueblo solía decir: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”